Pensar el voluntariado como una experiencia colectiva

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Siempre decimos que el voluntariado es un proceso de aprendizaje, y un proceso de aprendizaje jamás sucede de manera aislada. Por lo tanto el voluntariado también es una experiencia colectiva.

        En Voluntario Global, desde 2006, trabajamos en red con proyectos sociocomunitarios y movimientos sociales de Buenos Aires: es un proyecto pedagógico-transversal que combina la experiencia práctica del voluntariado con la formación de mediadores interculturales a través de la pedagogía crítica y una perspectiva anticolonial, antiracista y antipatriarcal. Buscamos deconstruir la mirada asistencialista y proponer una práctica intercultural que ponga el foco en las problemáticas políticas, sociales y culturales que atraviesan las comunidades que se organizan desde los márgenes, en pos de construir un sentido de grupalidad que desafíe las fronteras, conformando una comunidad global capaz de imaginar otro mundo a través de la justicia social, la solidaridad y el afecto.

 

        En los tiempos que (nos) (re)corren, en el contexto global y los contextos locales actuales signados por el colapso político y socio-ambiental, creo que una práctica pedagógica desde los ojos del sur no es sólo necesaria sino vital. La reivindicación del encuentro, la intimidad, la indagación en conjunto y la producción de nuevos conocimientos y prácticas liberadoras son ejes fundamentales para el ejercicio de la imaginación de nuevos mundos posibles: mundos que debemos crear para la continuidad de la vida, derribando las lógicas hegemónicas de la exclusión, el vaciamiento y la muerte. No podemos seguir dándole cuerda a un mundo que se devora a sí mismo y arrasa con todo a su paso: hay que reinventar los cuerpos, hay que reinventar la tierra, hay que reinventar las palabras, hay que reinventar los modos de ser y estar con y para lxs otrxs, para y con la tierra. Necesitamos una pedagogía de la imaginación y del afecto. Ya no basta con lo que tenemos y conocemos: debemos ir más allá, adentrarnos a lo que nos es desconocido, donde sólo la novedad es posible y, por lo tanto, donde toda potencia es liberadora. Nuestra tierra, nuestra Latinoamérica, es un territorio-cuerpo igualmente atravesado por las lógicas de la conquista y de la muerte como por las utopías y las luchas por la liberación: nuestros ojos, nuestras marcas, nuestras historias son fundamentales para reescribir La Historia, para reinventar el mundo.

        Entendiendo lo colectivo como motor-tracción del cambio, para nosotros la experiencia del voluntariado no radica solamente en la posibilidad de acercarnos a una cultura distinta. Contiene en sí mismo la potencia de producir en conjunto nuevos conocimientos que transformen nuestras vidas y nuestras visiones del mundo. Para eso no sólo necesitamos una mente abierta: necesitamos de la curiosidad, la humildad y el afecto que nos impulsen. Y por esto la pregunta siempre viva de por qué decidimos atravesar esta experiencia es crucial. No es ingenua la decisión de realizar un voluntariado. Tiene implicancias sociales, políticas y afectivas que atravesarán nuestras vidas y las de las personas con las que nos encontremos, en tanto seamos capaces de hacer de ello un proceso conciente de aprendizaje.

 

        En otras ocasiones ya me he explayado acerca de esto, y propuse preguntas disparadoras para profundizar en la experiencia del voluntariado como una práctica pedagógica desde el pensamiento crítico. Estas preguntas-flechas, que buscan de alguna manera orientar un camino de producción de conocimiento, pueden sin embargo correr el peligro de ensimismarnos en nuestras propias reflexiones, alejándonos un poco del objetivo fundamental: que nos acerquen a otres. En este sentido, si bien creo que la reflexión propia es necesaria y vital para desarrollar nuestro propio proceso, necesariamente debe orientarse también a la posibilidad de abrir esa reflexión: a la comunidad, al territorio, al contexto. Ningún proceso de aprendizaje puede terminar de desarrollarse en la individualidad de nuestros pensamientos. 

 

         Entonces ¿cómo pongo en juego mis palabras, mis reflexiones, mi cuerpo y mi imaginación para crear redes junto a lxs otrxs? ¿qué tengo para compartir, y aún más importante, qué es lo que deseo compartir? ¿qué necesita el contexto de mí? ¿cómo imagino esas redes, cómo deseo habitar esas comunidades?

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